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CARTA DEL DIRECTOR: BIHOTZ

  • Foto del escritor: Pablo Aragón Blanco
    Pablo Aragón Blanco
  • 27 dic 2024
  • 2 Min. de lectura

No me quedaban palabras que decir. O eso creía. El tiempo hace que veas con otra perspectiva cualquier encrucijada y te permites volver a alzar la voz. Escuchas cientos de canciones deprimentes, sales del círculo vicioso del autofustigamiento y dejas que tu “yo” con más gestión emocional a sus espaldas tome las decisiones que decidiste postergar.

Cuando eso ocurre bien puedes acudir a los razonamientos y las herramientas que te dio el paso del segundero gracias a las experiencias vividas, o por el contrario te guías por los latidos y pensares de tu corazón.

 

Justo en ese instante que no sabes muy bien si ganará la cabeza o el corazón suena en mi lista de reproducción “Bihotz” de Ken Zazpi. No sé ni cuantas veces habré escuchado esta canción, pero es la primera vez que pongo especial atención a la letra. “Corazón, corazón, corazón. Habla conmigo otra vez del niño que fui, al que soñaba, el que no tenía miedo, el que no quería ser solo amado...Háblame ahora”. Resuenan bien fuerte cada una de las palabras y me hacen querer volver atrás en el tiempo. Me hacen querer suplicar al dios chronos para poder decir lo que jamás dije y para hacer más de lo que hice. Y vuelvo a girar la cabeza buscando algo o alguien que dé con la tecla correcta. Me siento perdido y no sé qué puedo hacer para calmar mi ansiedad.

 

Pero no soy el único. Soy uno de tantos que se mueve entre arenas movedizas intentando no ser atrapado en el pozo sin fondo del destino final. La lucha desesperada es lo que nos mueve a seguir sin parar de nadar a contracorriente, apretando bien los dientes y sin parar de jugar a ser superhéroes. Aunque la capa ya está más que ajada y la súplica es real, miramos hacia delante con la cabeza mirando al horizonte, allá donde el sol se cruza con la esperanza.

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