El Balloon Dog Blue de Jeff Koons acaba destruido por un descuido durante la feria Art Wynwood
En los últimos meses, museos y galerías de arte han saltado a primera plana de los medios de comunicación a nivel global. Y lo cierto es que las noticias no han sido buenas. El último acontecimiento relacionado con uno de estos centros nos lleva a Miami, más concretamente a la exposición que organizaba la galería Bel-Air para la tradicional feria Art Wynwood.
Hace unas jornadas, un incidente viró el desarrollo tranquilo de las actividades cuando una visitante durante el cóctel de esta exposición golpeó en un descuido la plataforma en la que se encontraba la icónica escultura Balloon Dog (Blue), del reconocido artista y empresario Jeff Koons. Los asistentes allí presentes quedaron bastante desconcertados ante aquella insólita situación y grabaron algunos vídeos que mostraban la obra hecha pedazos en el suelo. No obstante, lo más extraordinario de estas imágenes llega con la aparición de los trabajadores de la sala que reúnen con escoba y recogedor los trozos de porcelana que conformaban la creación valorada en 42.000 dólares.
El coleccionista de arte estadounidense, Stephen Gamson, quien asistió al evento, publicó sus impresiones sobre lo sucedido en Instagram, como también hicieron algunos de los invitados, y publicó que le habría gustado comprar la escultura rota porque, desde luego, tenía una historia realmente genial detrás. Por su parte, también se pronunció Cedric Boero, el gerente de Bel-Air, que daba unas declaraciones afirmando que lo sucedido es desgarrador, pero volvía al tono tranquilizador afirmando que la pieza estaba asegurada.
Obviamente, los propietarios y responsables de esta obra respiraban aliviados al ver que no perderían el capital invertido tras este suceso. Por otro lado, los ciudadanos que no teníamos ningún deber para con la escultura, y que exclusivamente contábamos con el derecho de apreciar, disfrutar y cuidar del patrimonio artístico y cultural, hemos sido despojados del mismo por un accidente durante un coctel. Definitivamente, me pregunto por qué utilizar una pieza artística durante determinada protesta de carácter concienciador es motivo de un debate popular que dura semanas y, sin embargo, destruir una obra mientras algunas personas beben champán no produce ninguna polémica sobre lo conveniente o inconveniente que resultan las reuniones con ambiente festivo en las mismas salas donde descansa un patrimonio que nos pertenece a todos.
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