top of page
Buscar
  • Foto del escritorPierre Mena Azorín

No hay futuro para la MODA: Las celebs prefieren usar diseños de archivo en lugar de looks de temporada

Ya es más que sabido que el sistema de la moda actual no tiene nada que ver con cómo era en épocas pasadas. Aunque afirmamos ser verdaderos amantes de la moda y que somos bien conocedores de ella, lo que realmente recordamos como emblemático proviene del siglo XX. ¿Realmente sabemos apreciar la moda? ¿Estamos trabajando para o simplemente por ella?



Este artículo va dirigido para todo aquel que considera ser un gran apasionado de la moda y muy buen conocedor de esta. Aunque nunca antes me había planteado escribir sobre un tema de este rango, realmente lo veo necesario sabiendo que la forma en la que conocemos la moda hoy en día ha cambiado casi inexplicablemente.


EL SISTEMA DE LA MODA


El sistema de la moda puede resultar, en ocasiones, un completo caos. En lugar de centrarnos única y exclusivamente en este aspecto, intentaré resumirlo lo máximo posible. En la industria de la moda existen varias temporadas, pero la gran mayoría de marcas presentan dos colecciones al año, lo que significa que cada temporada permanece seis meses. Durante estas temporadas, se lanzan nuevas colecciones de ropa, tanto a través de desfiles de ‘prêt-à-porter’ como en escaparates en las tiendas.


Las temporadas más importantes del año son dos, como ya hemos podido mencionar antes, y estas son: Otoño/Invierno y Primavera/Verano. Cada una de ellas se centra, principalmente, en las cuatro estaciones del año y se fabrica ropa acorde con el clima. Sin embargo, en los últimos años, hemos visto de todo en las pasarelas, donde el clima a veces se deja en un segundo plano. De hecho, un artículo de Esmee Blazer para ‘Fashion United’, exponía que ‘El mayor problema con el calendario de la moda es que las temporadas de moda no coinciden con las estaciones meteorológicas o el clima’.


Además, a pesar de que las principales temporadas del año sean dos, también existen aquellas colecciones que se presentan entre estas dos grandes temporadas y las cuales reciben el nombre de ‘temporadas intermedias’. Entre ellas podemos encontrar: ‘pre-fall’, ‘pre-spring’, ‘high summer’, y ‘resort/crucero’ (esta última suele emplearse mucho por marcas como Chanel, Dior y Jil Sander).




¿Significa todo esto que debemos obedecer al pie de la letra a las diferentes temporadas de la moda? Actualmente, el panorama de la moda se está pudiendo cambiar a través de muchas marcas y diseñadores emergentes que luchan por un hueco en la industria. Estos ‘nuevos talentos’ se enfrentan, de alguna manera, a las reglas establecidas y proponen un enfoque más libre y personalizado en cuanto a las temporadas y las tendencias. Sin embargo, por el momento el sistema sigue permaneciendo y lo seguirá haciendo durante un largo tiempo.


SIGLO XX VS SIGLO XXI


Hace un tiempo ya tuve la oportunidad de hablar sobre la moda y sus cambios constantes a lo largo de la historia. Este recorrido nos sirve de contexto para comprender cómo percibimos la moda hoy en día y, finalmente, plantearnos si la sentimos y la apreciamos de igual manera que lo hacíamos hace unas décadas. Lejos de hablar sobre lo que significa la moda para cada uno en términos personales y sentimentales (pues me parece un aspecto del que ya se ha podido hablar en multitud de ocasiones), quiero profundizar en la forma en la que la moda surgía durante el siglo XX, y cómo la conocemos a día de hoy. 


Si nos trasladamos a los verdaderos orígenes de la moda como tal, podríamos empezar desde Charles Frederick Worth como ‘el padre de la industria de la moda moderna y la alta costura’, pues fue un gran pionero en la historia de la moda. Sin embargo, empezaré a analizar desde la década de los años 20 y destacando la famosa rivalidad entre Coco Chanel y Elsa Schiaparelli, la cual culminó tras la Segunda Guerra Mundial con Chanel como clara vencedora. El ‘New Look’ de Dior fue un antes y un después en el ámbito de la alta costura y a ello le sumamos los primeros fotógrafos en los salones de Dior para presenciar lo que era el comienzo de una leyenda. Todo esto dio lugar a quienes hoy conocemos como Rei Kawakubo, Muccia Prada, Louis Vuitton , o a los más grandes de la moda: Alexander Mcqueen y John Galliano.



Precisamente estos dos últimos fueron los que más sufrieron los procesos de cambios en la industria de la moda, una época a la cual se le conoce como la ‘Posmodernidad’. John Galliano consiguió su apogeo a través de su desfile São Schlumberger, que dio lugar en marzo de 1994, y Alexander McQueen, diez años más joven que su competidor, ya logró cambiar la forma en la que el mundo se vestía. Eran más que diseñadores; eran rutilantes estrellas de la moda. En esa época, la moda estaba en el aire, con estudiantes de Central Saint Martins saltando vallas para ver los desfiles, y los fotógrafos luchando por capturar imágenes de los diseñadores y supermodelos.

 


Todo resultó ser un escándalo público y una verdadera revolución, mientras que en la actualidad tan solo nos limitamos a ver desde el móvil como un desfile termina para dar lugar a uno nuevo, siendo el anterior olvidado de nuestras mentes. ¿Quién es el valiente que se atreve a afirmar que existe algún desfile tan emblemático como el de Thierry Mugler Otoño/Invierno 1995? Aún hoy, las celebridades prefieren usar diseños de archivo en lugar de looks de temporada para las alfombras rojas. Si optan por algo de temporada, es el desfile de John Galliano para Maison Margiela, que ha traído de vuelta ese aire tan especial.

 



EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN EN LOS AÑOS 80


¿Alguna vez alguno de vosotros se ha preguntado cómo pudo cambiar todo tan radicalmente? La respuesta está en la globalización que sufrió la moda y, en consecuencia, diseñadores como John Galliano o Alexander McQueen. Aquí es donde entran LVMH, un grupo de más de cincuenta compañías del sector de la moda y el lujo como Louis Vuitton o Givenchy, y el gran (o terrorífico) Bernard Arnault.

Cuando Chanel se enfrentaba a un gran apogeo gracias a la contratación de Karl Lagerfeld como director creativo, Arnault decidió seguir el mismo camino que la familia Wertheimer y generar ingresos similares con sus marcas. Para lograrlo, contrató a John Galliano para Dior y a Alexander McQueen para Givenchy. Con esto, Arnault no sólo quería asegurarse un lugar destacado en la industria de la moda, sino también darle a sus empresas el impulso necesario para destacar y generar grandes ganancias.




Como ya sabemos, Galliano y McQueen se convirtieron en auténticas estrellas de la moda. Sin embargo, tras el brillo de los desfiles y el ‘haute couture’, se escondía una realidad más desmoralizadora: las marcas necesitaban ofrecer productos más accesibles y sencillos para atraer a una clientela más amplia. Así, la moda no solo se trataba de las creaciones extravagantes que veíamos en las pasarelas, sino también de adaptar las ideas para que fueran asequibles y prácticas para el día a día. Tras esto, los diseñadores enloquecen y, como la gran mayoría de nosotros ya sabemos, los dos grandes de la moda se encontraron con un final bastante tenebroso: McQueen fue encontrado sin vida en su casa londinense, y Galliano fue arrestado por difundir insultos antisemitas en medio de una cafetería de París.

  

LAS REDES SOCIALES ¿UNA HERRAMIENTA O UN ARMA? 


Es más que sabido que la tecnología ha transformado de manera impactante la industria de la moda y, en consecuencia, la forma en la que la consumimos y llega hasta nosotros. El mayor de los motivos han sido las redes sociales después de la gran globalización, de la cual ya hemos podido hablar anteriormente.


Las redes sociales han transformado por completo la forma en que vivimos la moda, haciéndola mucho más efímera. Ahora, el enfoque ya no está en el ‘amor verdadero’ por una colección o un diseñador, sino en cómo todo su conjunto puede captar la atención (desde la puesta en escena hasta la extravagancia de la ropa). La moda se convierte en un flujo constante de contenido, donde una colección se vuelve relevante si genera conversación y atención en las redes, pero es algo que enseguida se olvida. No se trata de si realmente nos gusta o no, sino de cuánto se habla de ello. Una colección puede tener suficientes elementos interesantes para completar un video de menos de un minuto en Instagram, y de repente, se vuelve algo altamente deseable ¿pero de verdad nos gusta? ¿de verdad compraremos algo así?


Hay quienes aseguran que ‘es algo injusto, ya que el énfasis ya no se trata de la colección en sí, la ropa y el contenido de la misma, sino que se trata de lo periférico’ (Ryan Yip). Ahora se habla de ‘Armani 'vs' Versace: la polémica por saber quién viste a 'señoras de la iglesia'’, o de ‘Tom Ford 'vs' la industria: un americano, ante el reto de conquistar París’. Nuestra generación es la que está sufriendo el no poder definirse a sí misma por miedo a que su esencia pase de moda y luego vuelva al cabo de los años.



Actualmente, dudo que alguien pueda definir con exactitud cómo será la moda del futuro, si algo va a cambiar todavía más o no. Pero lo que sí me atrevo a decir es que la moda del presente depende del pasado, y no hay más innovación que recopilar códigos archivados y deconstruir. ¿Quién se atreve a desmontar todo eso? 



Comments


bottom of page