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  • Foto del escritorPablo Aragón Blanco

Arte y lujo se unen en FIVE ZURICH

Dicen que Suiza es el país donde el tiempo cobra sentido, donde el segundero va a otro ritmo y desde luego en FIVE Zurich deseas que se pare esa manecilla tocada por el mismísimo Belcebú.

Y es que allá donde el lujo, la gastronomía y al arte se unen, el placer es la máxima. No hablo por hablar ni es un contenido patrocinado. Es el resumen de una experiencia de lo más grata que tuvo lugar ya hace algo más de un mes. Dos días donde el relax y el disfrute eran mi única función vital.

Fue un recibimiento de esos que hacen que te sientas como en casa. En una suite con vistas a la ciudad suiza pude deleitarme al ver un albornoz bordado con mi nombre, fruta por doquier, mi guilty pleasure que son los frutos secos en una fuente a rebosar junto a unas delicatessen azucaradas entre las que se encontraban dos deliciosos brownies y un set de macarons.


Tras esto nos encaminamos a disfrutar de un “tapeo” previo a la cena. Este podría haber sido la propia cena ya que sus platos eran un vicio para el paladar. Los cocktails iban de dos en dos y yo ya temía por la tan temida resaca del día siguiente. Pero el maridaje en el restaurante The Penthouse combinaba a la perfección. ¿Lo mejor de todo? El postre. El happy duck acentuaba todos los sentidos en ese mar de burbujas.


Y es que parecía analogía de lo que iba a venir al día siguiente. El wellness time lo viví en su magnífico spa donde pude disfrutar del mejor masaje que me han dado en mi vida. Mi espalda agradecerá por siempre esa hora en manos expertas.


Para finalizar la estancia cenamos en el restaurante Soul St., un hotspot 100% instagrameable, donde el menú degustación que nos propusieron no era apto para cardiacos. En cada bocado se te salía el corazón por la boca. Delicias que caían desde un cielo invisible. Pero si tocas el cielo también debes rozar con las yemas de los dedos el infierno. Eso mismo ocurrió cuando subimos en el ascensor al lugar donde la música, el alcohol y la diversión están en un mismo lugar. Tras bailar al ritmo del techno más puntero y sudar todas las calorías que me permití, decidí volver a mis aposentos para descansar entre nubes de algodón.


Como se dice por tierras castellanas… “A cuerpo de rey” en FIVE Zurich.

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