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CARTA DEL DIRECTOR: ¿Qué es la libertad?

  • Foto del escritor: Pablo Aragón Blanco
    Pablo Aragón Blanco
  • 9 jun
  • 2 Min. de lectura

No es la primera vez que hago esta pregunta. Más bien es una de mis preguntas recurrentes en cada una de mis entrevistas y todavía no he escuchado una respuesta que haga estremecerme u reflexionar.

No es que esté menospreciando a mis interlocutores y cada una de sus respuestas, es simplemente que no ha habido una definición que se acote a las diferentes realidades que están afrontando en 2025.

 

Es seguir el scroll infinito de mi algoritmo en las múltiples redes sociales que transito y veo como esa gran palabra, que se nos llena la boca con tan solo pronunciarla, está siendo mancillada. Nadie puede negar que los derechos humanos tendrían que formar parte de los primeros párrafos de la definición.

 

Y no paro de preguntarme el porqué del aumento innegable de conflicto que pone en solfa la esencia del mismo ser humano. Vemos como hay países que está sufriendo un genocidio, mientras otros mandamases están intentando conquistar territorios como si se tratase de un Napoleón contemporáneo venido a menos. También observamos como los discursos más radicales enfocados en los cierres de fronteras masivos se hacen más fuertes. Garrote en mano expulsando a aquel que tiene una tez diferente o bien hay una “green card” que se ha quedado traspapelada en el olvido de la decencia.

Eso sí, una lucha contra la libertad que se escapa a mi intelecto y a mi razonamiento más simple: El cómo alguien puede decirse libre mientras apoya o sustenta cualquiera de estos terrorismos.

 

En mayor o menor escala podemos ver discursos que hablan de la libertad. Esa que para unos puede significar la libre defensa de la caña en tiempos de pandemia o en la que pueden decir una ristra de improperios contra el débil. Ahí desde un atril frente a una plaza “repleta” de gente. Una que en menos de un mes tendrá (si nos dejan) la bandera del arcoíris. Véase la ironía.

 

He ahí la importancia de la palabra y la simbología. He ahí los levantamientos reales contra los derechos y libertades. Mientras que unos estamos en el lado bueno de las cosas, defendiendo que todos somos iguales ante la sociedad, otros están enarbolando la bandera contra la pluralidad lingüística, la diversidad sexual y la diversidad racial.

 

Ahora solo queda ver a dónde nos lleva esta deriva de populismos que enfangan el terreno y ultrajan la bien llamada libertad. Mi respuesta es clara citando a Steven Brust: “La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos”.

 



 

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