El lenguaje del color: JASPER SOLOFF sobre lo queer, la fama y el movimiento de la identidad
- Redacción Folie

- 22 oct
- 4 Min. de lectura
En el mundo de Jasper Soloff, el color no solo existe: respira. El fotógrafo y director afincado en Nueva York ha construido un lenguaje visual que late como un pulso vivo: sueños neón y movimiento fluido, retratos que flotan entre la moda y la emoción.

El objetivo de Soloff ha capturado algunos de los rostros más reconocibles de la cultura pop — Gigi Hadid, Hunter Schafer, Dove Cameron, Julia Fox, Pamela Anderson, entre otros — y, aun así, sus retratos nunca tratan de la celebridad en el sentido convencional. Se trata de energía. Sus sujetos no posan; se mueven. Respiran, brillan, se derrumban, florecen. Cada imagen es como una conversación entre la luz y la vulnerabilidad; un instante de quietud que, paradójicamente, vibra de vida.
En el centro de todo está la identidad: cómo cambia, se expresa y se expande. Para Soloff, lo queer no es solo un tema; es una forma de mirar. Su uso del color, su ritmo emocional, su sentido del movimiento — todo habla de un mundo en el que ser visto y ser libre son exactamente lo mismo.

Tus imágenes tienen un pulso inconfundible — se sienten vivas, casi como si respiraran. ¿Cuándo te diste cuenta de que la fotografía podía convertirse en tu lenguaje de identidad?
Creo que empecé a hacer fotos para entenderme a mí mismo. Al crecer siendo queer, te vuelves hipersensible a cómo te mira el mundo — cómo te interpretan, si encajas o no. La cámara me dio la oportunidad de recuperar ese control. Pude moldear la narrativa en vez de dejar que me moldease a mí. La fotografía se convirtió en un espejo donde por fin podía verme con claridad, pero también imaginar nuevas versiones de mí — más suaves, más libres, más fuertes.
Has fotografiado a Gigi Hadid, Hunter Schafer, Dove Cameron, Julia Fox, Pamela Anderson... artistas que expresan la identidad de formas muy diferentes. ¿Qué te atrae de alguien como sujeto?
Me atrae la gente que vive en la emoción. Gigi, por ejemplo, trabaja como nadie — hay un ritmo en su movimiento, como si conversara con la luz. Y Julia… Julia lo da todo. No se guarda nada, y eso me encanta. Creo que me atrae la gente que me recuerda que la identidad no es una actuación, sino una forma de expresar la verdad de cada uno. Eso es lo que hace tan especial capturar la esencia de alguien.
El color es tu seña de identidad — eléctrico, emocional, sin complejos. ¿Qué significa para ti a nivel personal?
El color es la forma en la que proceso lo que siento. Es un lenguaje entre el instinto y la memoria. Crecí en un mundo que intentó volver lo queer algo silencioso, desaturado. Así que yo elegí lo contrario. Quise que mis imágenes gritasen alegría, ternura, caos — todo eso que nos enseñan a ocultar. El color es una forma de libertad.
Lo queer atraviesa tu obra — no solo en a quién fotografías, sino en cómo lo haces. ¿Cómo influye lo queer en tu visión?
Lo queer es negarse a quedarse quieto o a ser encasillado. Cuando fotografío, quiero que la gente se mueva. Para mí, lo queer va de expansión, de posibilidad. Quiero que cada imagen se sienta como una inspiración profunda. Incluso cuando es estática, sigue transformándose.
Tu obra a menudo tiene un aire de ensoñación. ¿Cómo usas la fantasía para revelar algo verdadero?
La fantasía siempre ha sido parte de la supervivencia queer. Cuando el mundo no te deja espacio, lo imaginas. Creo que mi trabajo habita ese lugar: el sueño que se siente más real que la realidad. Cuando fotografío a alguien, quiero construir un mundo a su alrededor que refleje cómo se siente, no solo cómo le perciben. El surrealismo no va de distorsionar, sino de decir la verdad.
Has trabajado con famosos que siempre están interpretando una versión de sí mismos. ¿Cómo encuentras autenticidad en eso?
Creo que la autenticidad no consiste en eliminar la actuación — sino en encontrar la verdad que hay dentro de ella. Toda persona a la que fotografío está interpretando algo; yo también. Pero hay un momento, justo en medio de todo eso, en el que algo real aparece — un suspiro, una risa, un segundo de quietud. Ese es el momento que persigo. Cuando la actuación se convierte en presencia.
¿Qué esperas que la gente sienta al ver tu trabajo?
Quiero que la gente — especialmente la gente queer — sienta que se ve reflejada. No reducida, no recortada, sino radiante y verdadera. Quiero que sientan que lo queer no es algo que explicar o simplemente sobrevivir — es algo que vivir, celebrar y ver siempre desde la alegría.
Vas a estrenar tu primer documental como director, sobre Sam Pauly. ¿Puedes contarnos algo sobre él y lo que representa para tu evolución artística?
Sí — este documental supone mi primera gran incursión en el cine documental narrativo. Sigue a la estrella de Broadway Samantha Pauly, trazando su impresionante camino desde la universidad hasta papeles protagonistas en algunos de los escenarios más importantes del mundo, incluida su aclamada actuación en Six y su próximo papel principal en The Great Gatsby en Broadway, que se estrena este año.
Lo que me atrajo de la historia de Sam es lo profundamente que conecta con los temas que llevo explorando en la fotografía: identidad, interpretación, resistencia, y la manera en que las mujeres construyen y recuperan poder a través del arte. Mi trabajo siempre ha girado en torno al movimiento y la transformación, y esta película me permite expandir esa mirada al terreno narrativo — capturando no solo una imagen, sino una vida en movimiento.
También es una oportunidad para llevar mi lenguaje visual — el color, la emoción y la intimidad que me caracterizan — al espacio cinematográfico. Siempre me ha fascinado lo que ocurre cuando la quietud se convierte en movimiento, cuando un retrato se convierte en historia. Este documental se siente como la evolución natural de mi trabajo: unir todo lo que he construido en fotografía con las posibilidades narrativas del cine.

















































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