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  • Foto del escritorPablo Aragón Blanco

CARTA DEL DIRECTOR: Época de cambios

Llevamos un tiempo en el que las bombas literales y metafóricas han asolado el planeta. Hemos visto cómo la crisis energética ha provocado un declive estructural de las bases. Miles y miles de personas han vivido en sus carnes los terrores de la pólvora y otras tantas se han quedado sin aliento. Un último sentir en el horror.

Aún así, no sé el porqué, pero llevo un tiempo sintiendo que algo está cambiando. Quizás sea un positivismo tóxico que se ha instaurado debajo de mi piel o quizás sea que realmente creo que la sociedad avanza a marchas forzadas, pero prospera. Creo en la bondad infinita y sin limites cuando me topo con dos seres de alma noble y pura como Pepe Barroso Silva o Cameron Chapman. Más si cabe cuando viven el activismo social como una manera primordial de entender su vida. Ahí es justamente cuando mi creencia en la raza humana se cierne en un arco iris de emociones.


Hay algo en sus discursos, concretamente en el de Pepe, que me ha llamado la atención. El actor y modelo dice que “evitamos la mirada con los desfavorecidos para no ver la realidad”. Y no he parado de reflexionar desde que escuche esas palabras. En bucle. No he parado de mirar, de pasear por las calles de Madrid y de encontrarme la desolación, la frustración y la pena.


Justo cuando pensaba que las miradas perdidas no podían gritarme más fuerte, vi como seis individuos agitaban una algarabía en el amanecer. Los Cines Capitol de Gran Vía y sus casas de cartón se encontraban en calma cuando los ya mencionados provocadores decidieron deslizar su tabla de skate por las escaleras, despertando de este modo a aquellos que no tuvieron fortuna en el pasado. No entendía como podía haber dos tipos de personas, las que buscan la mirada para encontrar empatía y luchan por entender y aquellas personas cuya oscuridad se hace presente con un simple caminar. En ese instante, todo mi grupo de amigos increpó a los seres oscuros. Ahuyentándoles como si fuésemos una manada de leonas enfurecidas defendiendo a sus cachorros.


Allí me di cuenta que el cambio era real. La sociedad había educado a seres de luz que luchaban por las injusticias, que daban el máximo por un desconocido y que llenaban de esperanza el aire pesado y cargado de odio.

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