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Foto del escritorPablo Aragón Blanco

CARTA DEL DIRECTOR: Está bien no estar bien

He leído recientemente que “nadie habla sobre lo difícil que es sentirse roto por dentro y tener que seguir funcionando” y se me ha quedado grabado a fuego bien cerca del corazón.

 


Puede resultar de lo más oportuno hablar de salud mental ahora que está en boca de todos. Hablar de las vicisitudes de la vida contemporánea y ver que todos tenemos algo en común… Todos sufrimos y todos amamos. Da igual en qué lugar del mundo te encuentres, es intrínseco al ser humano el sentir y emocionarse, porqué he ahí la clara demostración de que estás vivo.

 

Más de una vez te habrán dicho ávido lector que, es un grado la experiencia y que de las situaciones adversas siempre se obtiene una enseñanza. Y puede que sea verdad. Pero la palabra resiliencia está demasiado manida. Tanto es así que está perdiendo el significado. Entiendo que el ser resiliente es un plus y que el salir fuerte de los reveses que te planea la vida es una cualidad destinada a aquellos pocos guerreros de la lanza y el escudo mental de acero. Pero quizás y tan solo quizás, estemos hartos de la dichosa palabra y del eterno positivismo del “saldremos mejores”.

 

Transitar en la negación, en la desilusión, en la tristeza y en la desazón existencial está bien. Muchas veces nos exigimos gestionar las emociones de forma acelerada como si fuéramos robots con el fin de armarnos y seguir para adelante en nuestra vida. No nos paramos, no nos permitimos sentir y lo que es más importante, si seguimos esos dos pasos, nos sentimos débiles.

 

Y es complicado ver cómo aquellos que te quieren, o los que dicen quererte, no entienden que tras un simple ‘¿qué tal?’ La respuesta que vaya a continuación no sea un ‘fenomenal’ o un ‘muy bien, ¿y tú?’ casi instantáneo. Es tal la voracidad de la vida que nos atrapa y nos engulle que no nos paramos a reflexionar, no empatizamos y seguimos como si nada, aunque veamos al de al lado caer. Tiramos con nuestra propia existencia, que tal y como nos inculca esta nueva sociedad, es más que suficiente.

 

Hasta que de repente te das cuenta de que estás roto por dentro. Necesitas parar. Necesitas que el tiempo cure esa herida que tienes en lo más hondo de tu ser. Necesitas que el pasado se una al presente y se haga futuro. En el mientras tanto es licito y esencial abrazar el dolor, buscarte para encontrarte y volverte a perder. El camino aun desconocido está destinado a ser. Solo tú eres dueño de las decisiones y de los compases que habitan en el segundero, así que recuerda bien lo que dijo Henry David Thoreau: “Si un hombre no marcha a igual paso que sus compañeros, puede que eso se deba a que escucha un tambor diferente. Que camine al ritmo de la música que oye, aunque sea lenta y remota”.

 

 

 

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