GALAXY Z TRIFOLD: SAMSUNG nos dobla y nos dejamos

Samsung ha decidido que los teléfonos planos son cosa del pasado. El Galaxy Z TriFold no se abre: se despliega como una performance, como un acto de teatralidad tecnológica que obliga a que cada interacción se sienta como un ritual. Tres pliegues, diez pulgadas de pantalla, y un grosor que parece un suspiro de titanio. Este no es un teléfono… es lujo doblado.

Abrirlo es un gesto casi pornográfico: las bisagras se mueven con precisión obsesiva, las superficies encajan con exactitud milimétrica y cada doblez suena a promesa. Es un objeto que exige atención, que te recuerda que estás sosteniendo no un móvil, sino un dispositivo que podría perfectamente protagonizar su propio videoclip.

Dentro, el exceso se convierte en función. Snapdragon® 8 Elite, batería de 5600 mAh, cámara de 200MP, carga ultrarrápida: Samsung no está jugando. Aquí, la potencia no es un lujo, es un derecho. Tres apps abiertas a la vez, ventanas redimensionables, pantalla secundaria extendida, Galaxy DeX para montar oficina o estudio portátil en cualquier superficie.  Pero lo más perturbador, y brillante, es la inteligencia artificial. Galaxy AI y Gemini Live observan, analizan y recomiendan, anticipando tus movimientos, tu scroll y tus caprichos. Es útil, fascinante, y un poco intimidante. Te hace sentir que estás siendo evaluado, que tu consumo digital está siendo calibrado por alguien que no eres tú.

Y la pantalla… ah, la pantalla. 10 pulgadas de Dynamic AMOLED 2X, 120 Hz, 2600 nits de brillo. Cine portátil en la palma de tu mano. Cada vídeo, cada serie, cada scroll se convierte en un espectáculo de luz y color que hace que todo lo demás parezca plano y aburrido.

El Galaxy Z TriFold es arrogante, excesivo y delicioso en su desmesura. En un mundo saturado de teléfonos que se esconden en bolsillos y fundas de silicona, Samsung lanza este artefacto como un recordatorio: lo que no impresiona, se olvida.

En definitiva, tus expectativas sobre lo que un móvil puede ser acaban de ser aplastadas, desafiadas y, honestamente, un poco humilladas.