“Tengo que aprender a gestionar la presión, la exigencia y el ruido”
Lucía Díez (17 de junio de 1996, Madrid) es pura emoción. Lo demuestra en cada una de sus actuaciones, pero también se puede ver con tan solo una conversación de no más de 25 minutos. Una pantalla nos separa, pero notas su cercanía y su efusividad en cada una de sus respuestas. Parece que viene bien cargada de pilas. Es lo que tiene ser una joven prodigio de la escena teatral española que no solo conquista las tablas, ya que también se come la cámara. Tras habernos demostrado su arte en 'Velvet colección', 'La catedral del mar' y 'El Cid', ahora podemos ver a la joven promesa en la serie 'La noche más larga', que Netflix ha estrenado recientemente.
Si hay un adjetivo que califica como es debido a Lucía Díez es “torbellino”, uno que se lleva toda la sabiduría y la experiencia de toda la gente que le rodea. Lucía quiere tocar todos los palos y se pone a los mandos, a una muy temprana edad, del montaje teatral 'Die erbe' ('La herencia invisible') que se presenta en la sala Exlímite en octubre. Al fin y al cabo, Lucía es mucha Lucía y llegará hasta donde ella se proponga. No hay techo ni límite.
LA VIDA MÁS LARGA
“Es mejor llevarme a la tumba mil desamores que no llevarme ninguno”
¿Cómo empezó tu carrera como actriz?
Empezó siendo un hobby porque yo estudiaba tres meses de intercambio en Inglaterra con 12 años y tenían una asignatura que era speech and drama (teatro) que era obligatorio, me empezó a molar y cuando volví a España le dije a mi madre que quería hacerlo de manera extraescolar. Con 16 años le pedí que me metiese en alguna escuela chula y empecé en Cristina Rota los sábados. Cuando pasé a Segundo de Bachillerato, me ofrecieron entrar directamente a segundo de la Diplomatura, pero justo me salió una obra de teatro con Darío Facal y nos íbamos a ir de gira por toda España. De repente, mi vida se convirtió en el teatro y fue ahí cuando decidí ser actriz.
El teatro me cambió la vida bastante.
¿Cómo llegaste a “La noche más larga”?
Llegó una prueba que fue vía self tape y me llamaron al día siguiente de que les había molado la prueba, pero para otro personaje. Me acuerdo que me mandaron la separata de Nuria, pero no paraba de retrasarse el casting y yo empezaba a estar desesperada. El día del casting me llamó mi representante para consultarme si me parecía bien raparme el pelo para el personaje. Fui al casting y fue una experiencia maravillosa porque estaba Óscar (director) que grababa cámara en mano y cambiaba de ángulos. Estuvimos una hora con dinámicas. Salí de ahí agradecida por esa experiencia. Aunque no hubiese salido el papel me habría llevado esa experiencia.
¿Cómo ha sido formar parte de “Velvet” o de “La catedral del mar”?
Fue de lo primero que hacía en audiovisual, porque yo había hecho hasta entonces teatro.
¿Prefieres teatro o audiovisual?
Te diré que hay una parte de magia que tiene lo audiovisual que no me esperaba y que a día de hoy me gusta. Me encanta alternarlo porque es verdad que el teatro te da un aquí y ahora, una magia, un estar, un algo que creo que me parece inigualable en todos los sentidos, pero sí que es verdad que en lo audiovisual hay pequeños detalles que puedes crear a nivel creador y a nivel detalles y concreción que en el teatro pues la última persona de la última fila no lo vería. Nunca dejaría atrás el teatro ya que siempre va a ser lo que me hizo enamorarme de esto, pero también estoy muy agradecida por todo lo que estoy aprendiendo a nivel audiovisual y quiero probar más cine. Solo he hecho un largometraje y me encantaría investigar y profundizar más en el cine. Entonces estoy aún descubriendolo todo.
¿Tienes alguna manía antes de empezar a rodar?
Una de las cosas que más me mola de empezar un proyecto es el análisis del personaje. Estudiarme bien de dónde viene y la época es como una especie de ritual. Me encanta la psicología y meterme un poco en ese universo. Luego también tomo té de jengibre y miel y cosas así porque creo que es psicológico, pero siempre antes de empezar algo, me quedo afónica. No sé si hago fuerza o es algo psicológico que me juega una mala pasada.
¿Cómo matas las horas de espera de los rodajes?
Según el proyecto. De repente hay curros que me pillan que tengo que compaginarlo con la uni, entonces muchas veces según el rodaje tengo más tiempos libre o no. O en otros me duermo porque, por ejemplo, en “El Cid” me pasó que me cambió el biorritmo y tenía muchísimo insomnio, entonces los tiempos libres los aprovechaba para dormir. Luego en otros para relacionarte con los compañeros y descansar y no hacer nada que también mola. Según el proyecto de diferentes maneras, no tengo un modus operandi concreto.
Si ahora mismo yo tuviese el gran poder omnipotente de darte el papel de tu vida…
Uno de mis sueños es hacer el teatro Madame Bovary, es una novela que me enamoré de ella hace mucho tiempo y ese personaje me parece espectacularmente divertido, entonces me encantaría llevarlo al teatro por todos los teatros del mundo en plan por Londres, París…
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Tengo esperanza de que a la gente le guste “La noche más larga” y podamos continuar con este viaje. Entonces eso es una ilusión y luego ahora mismo acabo de terminar de rodar un corto que se llama “el gordologo”. También me estoy juntando para para sacar adelante proyectos, escribir cosas con compañeros que conozco y admiro. Están siendo unos meses muy chulos a nivel creación.
¿Cómo manejas la presión?
Trabajándolo, es mi tarita. Me he auto exigido muchísimo desde pequeña y me exijo mucho. Además, con el mundo en el que vivimos ahora que todos está acelerando a nivel mediático, muchas veces me comparo conmigo misma y tengo que trabajarlo y no olvidar que esto es una carrera de fondo, que al final es una profesión de la que me enamoré y en la que confío muchísimo, pero tengo que aprender a gestionar la presión, la exigencia y el ruido. Tengo que aprender que hay parones y que no pasa nada, que no siempre te va a dar trabajo todo el mundo y que te vas a tener que sacar las castañas del fuego.
¿Cómo eres? ¿Qué dirían los demás sobre ti?
Parezco muy caótica muchas veces, parezco una cabeza loca, pero la gente que me conoce de verdad, sabe que dentro de ese caos hay muchísimo orden. En el fondo tengo todo mucho más bajo control de lo que parece de cara a la gente que no pueda conocerme. Soy divertida, me flipa a viajar, que a nivel móvil soy un poco desapegada, que de vez en cuando digo ‘me voy sola’ y me voy sola y ‘me voy a viajar y me voy diez días’ y no vuelvo hasta dentro de dos meses, pero solo si tengo todo bajo control, si sé que puedo irme, si sé que estoy de vacaciones y la universidad la puedo llevar al día.
¿Eres una persona romántica?
Romantizo todo. Una flor, un gato, un perro o un delfín. Obviamente no todo en la vida es precioso, hay cosas de la vida... Luego a nivel amor me he enamorado dos veces y las dos veces que me he enamorado he sido súper romántica, pero me cuesta abrirme en el fondo, no me enamoro fácil, pero cuando me he enamorado sí que he sido romántica y me lo he currado.
¿Has sufrido mucho por desamor?
A mí el desamor me parece la hostia, no me mola regocijarme en el dolor y sufrir más, pero con el acelere que llevo yo, las dos veces que se ha acabado y me ha pegado del dolor de amor, me ha hecho parar y es de las pocas cosas que me hacen parar. Aunque sea doloroso lo agradezco porque me siento súper viva. Tampoco me encanta regocijarme y sufrir por sufrir, pero lo he agradecido porque he dicho ‘esto es la vida’. Ojalá me enamoré y me desenamore más veces. Es mejor llevarme a la tumba mil desamores que no llevarme ninguno.
¿Qué es lo que es lo primero que haces nada más levantarte?
Llamo a mi gato, porque hace un año adopté a mi gato y ahora es como mi hijo. Yo nunca había sentido un amor tan heavy por una mascota. Le quiero muchísimo. Entonces estoy ahí un ratito con mi “hijo”.
¿Qué canción te hace llorar?
“Because the Night” de Patti Smith me alucina y “Time after time” me hace llorar muchísimo y luego alguna de la película “Spirit”.
Si pudieses tener un poder, ¿cuál sería?
Convertirme en lo que sea. Me encantaría ser un águila para poder volar, me encantaría poder convertirme en delfín para poder ver el mar. En definitiva, transformarme en otros seres vivos.
Tres cosas imprescindibles sin las que no puedes vivir…
Sin la gente a la quiero, sin comer y sin viajar.
Si pudieras tener un mensaje para tuyo del pasado, ¿cual sería?
Que me relaje un poco. Siempre he vivido mucho con la idea de no decepcionar. Por ese miedo me he acelerado más de la cuenta y me daba menos permisos de descansar más o de relajarme y tomarme un poco tiempo para mí.
Plan perfecto para una tarde de domingo
Ver a mis amigas y contarnos todo el fin de semana. Estoy valorando muchísimo empezar el fin de semana con mis amigas, dispersarnos y reunirnos todas el domingo a contarnos que ha pasado. Me encantan mis amigas. Yo creo que son lo mejor que me ha pasado en la vida. No hay cosa que me guste más que pasar tiempo con ellas. Aprendo siempre y me río muchísimo.
Opinión sobre las redes sociales.
Gracias a las redes sociales he descubierto un montón de gente a la que admiro. Lo bueno de las redes es que te da acceso a conocer talentos y pasiones. Se están descubriendo muchas cosas muy mágicas a través de las redes sociales, pero creo que no hay filtro muchas veces, creo que deberíamos regularlas, me asusta un poco que no haya filtro, que no haya un poco más de control.
¿Qué es lo más feo que te han dicho por redes sociales?
La verdad es que no he tenido mucho hate, tampoco estoy muchísimo en las redes, pero tengo gente que conozco que les han hecho mucho daño y que lo han pasado fatal, unos ataques de linchamiento digital y esto me parece terrible y súper injusto. Ahí se puede hacer muchísimo daño y lo he vivido con gente a la que quiero muchísimo y los he visto destrozados, a mí se me rompe el corazón cuando veo tanto odio y tanta ira. Hay personas detrás de las pantallas…
¿Hay alguna causa social en la que creas que deberías participar?
Hay un montón de causas que deberían tener más visibilidad y a mí me gustaría sumarme en todas. Me sumo en las que puedo y no lo suelo hacer a nivel redes. Una íntima amiga mía ha creado un centro en África que me parece espectacular y estoy con ella metida, pero no a nivel redes. No lo estamos promocionando mucho. También hay bastantes cosas sociales que me conmueven e intento ayudar.
Si tuvieses un altavoz de los 7 billones de personas que somos en la tierra, ¿qué dirías?
Cuando estudié en París aprendí que al final somos seres sociales por naturaleza y que sí o sí tenemos que aprender a vivir en sociedad y agruparnos porque la única manera de salir adelante y de sumar, así que diría algo que tenga que ver con eso de: “chicos y chicas del mundo somos seres sociales por la naturaleza, tenemos que aprender a convivir entre nosotros, vamos a sentarnos a hablar y escucharnos de qué queremos y cómo podemos compatibilizar las necesidades con el mundo en el que vivimos”.
¿Qué es para ti la salud mental?
Para mí es tener la opción y la capacidad de expresarte y sentirte escuchado y comprendido. Es la aceptación de que cada uno es único, tiene una identidad y una circunstancia propia y hay que entenderla aceptarla y sanarla con todo aquello que se necesite y se pueda.
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