Algunos dirán que el mundo de Matty Bovan para la próxima temporada es caótico y no sigue ninguna de las tendencias actuales. Y quizás tengan razón. Pero el maximalismo también conjugado con estampados diversos es una obra de arte visible. Es adictiva. Quieres dejar de mirar, pero no puedes.
Estilizados y colocados en capas con la precisión de un arquitecto, los tejidos se ceñían bajo corsés pintados a mano, las cuerdas brillantes y los paillettes aportaban un aire gipsy a las faldas pareo y la lentejuela de estampado gráfico se alistaba para el detalle exagerado de las caderas. Damero, pata de gallo, denim y tecnicolor: ¿un todo en uno?
En definitiva, ha sido lo nunca visto en la Semana de la moda de Milán. Sobre su colección y su libertad creativa el diseñador comentó que "He pasado por una época bastante oscura en mi vida personal. Estaba en una especie de ojo del huracán, y obviamente la creatividad es mi salvadora. La idea era aprovechar el caos, aprovechar este ojo mágico surrealista".
La esencia para Bovan radica en la mezcla de materiales para realzar la diferenciación entre el haute couture y el streetwear. "Me gusta esa fricción", dijo.
En definitiva, Matty Bovan es un reaccionario con el arte corriendo por las venas.