“Escribiendo he conectado con mis momentos más oscuros. Ahí sale mi capa más fina”
Es casi la hora del vermut y las calles de Malasaña están abarrotadas como de costumbre. Allí, en el castizo barrio de Madrid, punto de encuentro de artistas y bohemios, tengo un tête à tête con Ana Jara. La actriz que dejó su Valencia natal para hacerse un hueco en la industria de los focos y las cámaras.
¡MAMÁ, QUIERO SER ARTISTA!
Ana siempre lo tuvo claro. Desde bien pequeña supo que quería vivir del arte. Su vocación de artista vino dada en una de sus visitas a la capital mientras observaba con detenimiento cada uno de los movimientos del musical Hoy no me puedo levantar. “Tendría 10 años cuando vi la primera versión con Inma Cuesta y me fascinó. Me quedé pegada a la butaca. Cuando acabó la obra le pregunté a mi madre: ¿Mamá de esto se puede vivir? ¿esto es un trabajo?” comenta Ana. El resto es historia.
Todo ha salido a pedir de boca ya que según nos cuenta “estuve cuatro años con la diplomatura en Valencia de Teatro Musical y me salió mi primera oportunidad de trabajo que fue irme a Argentina con Soy Luna, una serie para Disney”. Aunque está muy agradecida por ser una chica Disney porque “fue el lanzamiento de mi carrera, del ser consciente de que soy capaz de vivir de ello. Llegó cuando no estaba segura de que me podía dedicar a esto”. Su gran sueño es hacer el musical que consiguió que quisiese ser actriz: “Sería feliz haciendo Hoy no me puedo levantar de Mecano. Tengo claro que he nacido en otra época musicalmente hablando. Entre los 80 y los 90”. Mientras tanto vive en la vorágine de los rodajes. “Estoy ahora grabando una serie para Amazon que se llama Días mejores y una serie, Sequía, que es una coproducción de RTVE con la televisión pública portuguesa” apostilla Ana. Vive su momento en el séptimo arte con cautela y poniendo la mirada en sus referentes marca España porque “hay mucho talento. Por ejemplo, Inma Cuesta y Macarena García me parecen maravillosas”.
LUCES Y SOMBRAS
Cuando estás más de 15 minutos con Ana Jara te das cuenta de que es un ser de luz. Una luz que irradia bondad y sabiduría a partes iguales. Es un alma vieja en el cuerpo de una mujer que aparenta haber entrado en la veintena.
Tanto es así que en 2019 su primer libro “Soy muchas cosas en un cuerpo tan pequeño” nos cuenta como escribir es algo a lo que le gusta dedicar tiempo. “Escribo sobre cosas que me pasan cuando estoy mal. Ahí sale mi capa más fina. Hace poco estuve en Sintra y escribí mucho durante el rodaje ya que tenía muchas horas muertas en las que me mandaban al hotel y yo podía caminar y escribir. Concretamente escribí sobre una ruptura que viví casualmente en Portugal hace tres años. Estuve en esa misma cafetería cutre de la estación, en la misma mesa sentada. Comencé a imaginarme como si fuera en una película, viendo desde fuera a esa Ana y de alguna forma conecté con ese sentimiento oscuro que viví en aquel momento. Le decía a la Ana del pasado que siguiese caminando. Me acuerdo que cuando estaba la primera vez en Sintra, yo caminaba y miraba mucho para atrás porque detrás estaba mi pareja con la que había cortado. La frase que escribí fue “Deja de querer huir y mira afuera porque no te quieres quedar adentro” relata Ana. Y en cuanto hablamos sobre la luz que irradia, que se ve a simple vista, Ana no sabe si tiene esa luz o no, lo único que asegura es que “soy trabajadora. No me gusta ir a un rodaje sin tenerlo todo bien atado de texto, de planteamiento y de propósito”.
EMPATÍA, EDUCACIÓN EMOCIONAL Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN
“Hay cosas que yo he publicado, que no las dejaría de publicar porque es mi opinión, mi discurso. Al hablar de si estoy a favor del aborto o no, si estoy a favor del colectivo LGTBI, han hablado respecto a que tenga una opinión sobre estos temas. Pero como yo voy a seguir opinando, dime lo que tú quieras y si me quieres dejar de seguir es problema tuyo”. Con esta frase Ana sienta cátedra y nos deja ver que lo que más valora es la libertad para poder expresarse. Porque hay muchos temas que importan, como por ejemplo hablar de salud mental. Ana cree que “educacionalmente nos deberían enseñar a gestionar nuestras emociones. Nos hemos pasado media vida en el colegio y sales y no sabes gestionar una emoción. Y vas al psicólogo con 25 años y te das cuenta de que tienes trauma de los 12 a los 23”. O también poner su pincelada en el cuadro del feminismo porque “me preocupa todo el tema de la mujer y me parece importante hablar de ello porque hay muchas niñas que me siguen y que están creciendo”.
Una mujer de otra época preocupada por los problemas del 2021 queriendo seguir el discurso de la empatía sin objeciones. Una mujer que quiere ser un ejemplo para todas aquellas generaciones que crecieron con Soy Luna. Una mujer que sigue caminando con un discurso fiel. Ana promete no huir, ahora mira hacia delante.
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