Pablo Aragón Blanco
CARTA DEL DIRECTOR: Un mal llamado bullying
Hoy he llorado. No es muy habitual. Y lo he hecho sin darme cuenta. Ha sido una emoción desbordante sin medida. Ha sido desinteresado, empatía en todas sus vertientes.

Un video ha tenido la culpa. En este un grupo de niños preadolescentes amedrentan a otro por su aspecto físico. Todavía tengo clavadas en la cabeza y en el corazón sus gritos repetidos hasta la saciedad: “Mierda gordo para ti”. Una manada de hienas yendo a por el corderito más cercano, nada que no hayamos visto antes. Ha sido una punzada en todo mi ser. Una llamada de atención y una representación visual de lo que está mal en nuestra sociedad. De cómo las nuevas generaciones y los que ya peinan canas tienen algo en común: La destrucción del más débil.
Aún tratando de racionalizarlo (sin éxito), mi inteligencia se salta unas cuantas paradas en la calle de la comprensión. No entiendo el disfrute de una persona cuando otra sufre y llora. No entiendo la superioridad moral y emocional.
Pensé que nos habíamos pasado esta pantalla. Que las nuevas generaciones gestionaban mejor las emociones y que no odiaban al diferente. Eh ahí el problema y me acabo de dar cuenta al escribirlo… EL DIFERENTE. Siempre sinónimo de raro, extraño, que se sale de la norma. Y no paro de preguntarme: ¿Qué cojones es la NORMA?
Estoy harto de la norma, de lo preestablecido. Estoy harto de las fachadas, de las dobles morales, de todos los que se creen fuertes buscando las debilidades del que tienen enfrente. Estoy harto de que nos digan qué tenemos que hacer en cada momento, que podemos o no podemos vestir, que podemos o no podemos comer y de cómo debemos ser para ser aceptados por el resto.
Se me escapa la solución al problema y me asaltan más preguntas. ¿Cómo se debe actuar ante este tipo de situaciones? ¿estas personas actuarán así en el futuro? ¿de dónde viene todo este odio? ¿se pasa de padres a hijos? Según nuestra cover story, Nicki Nicole, la cual sufrió bullying, la respuesta a la última pregunta es 100% afirmativa. “Probablemente me digan que no lo hicieron queriendo, probablemente me digan que eran muy pequeños o probablemente me digan que como que no se acuerdan o que lo hicieron inconsciente, pero siento que hay gente que aprende de lo que ve y lo repite”.
En tiempos donde la cancelación está a la orden del día, propongo una cosa: ¡Cancelemos a los abusones! No dejemos que nadie sufra nunca más por ser “diferente”. Castiguemos a los que castigan. Eduquemos y liberemos nuestras mentes.