Del minimalismo chic de Chanel hemos pasado a la sobredimensión de Louis Vuitton. El exceso demostrado por Nicolas Ghesquière se ve en cremalleras enormes, estampados psicodélicos y cuellos llevados al extremo.
La feminidad está siendo revisitada por todas las firmas y Louis Vuitton se une a la conversación: mirándola a través del énfasis, glorificando su complejidad, magnificándola, poniéndola en el punto de mira. Se trata de un ejercicio estilístico que revaloriza las proporciones de la ropa y sus complementos, en el que los códigos de la feminidad desbaratan la escala.
Para realzar toda esta muestra, el artista francés Philippe Parreno ha creado una instalación circense en la pasarela que abre la fantástica muestra. En ella los cinturones cobran vital importancia que encierran los cueros más exquisitos. Los lazos de gran tamaño también dejan su huella en prendas que se han elevado de este modo.
Los bolsillos de los vestidos son de gran tamaño (lo suficiente como para que quepan mini Jacquemus), con hebillas y cremalleras que casi evocan la sensación de que somos muñecas Barbie de Louis Vuitton.