Y2K es la abreviación de Year 2 Thousand o bien sobrenombrado como “El efecto 2000”, el cual fue muchas cosas y nada al mismo tiempo. Por definición, fue un apocalipsis digital que nunca ocurrió. Aunque todos nos temimos que todo podría haber sido. Fue una época definida por internet y el maximalismo, pero sobre todo fue la muerte de los 90 y el amanecer de un nuevo milenio.
En lo que a moda se refiere nació la cultura del chándal con Juicy Couture y el reinado de las gorras gracias a Von Dutch. Una época en la que los pantalones se bajaban más de la cuenta y el crop top se extenuaba hasta el extremo. Todo ello está de vuelta gracias a una estética Y2K que tiene obsesionado a la generación Z por que quiere recuperar esta moda de la que saben muy bien Paris Hilton o Lindsay Lohan.
Por si no lo has notado, las celebs ahora se visten como si fuera el 2003. Bella Hadid es la persona más Y2K y Dua Lipa está siguiendo sus pasos. Pero la generación Z también está adoptando esta nostalgia como por ejemplo Olivia Rodrigo que es una fiel defensora de esta tendencia. Instagram está plagado de Y2Kfashion y Y2Kaesthetic.
Algunas de las prendas que han regresado son las minifaldas, los pantalones a la altura de la cadera, las gafas pantalla a lo Versace, las plataformas, los bolsos tipo la baguette de Fendi y las joyas con aspecto de juguete. Concretamente en Blumarine, el diseñador, Nicola Brognano, rediseñó el top de mariposa que Mariah Carey hizo famoso y que fue creado originalmente por Emanuel Ungaro en 2000. O también podemos destacar la tan inesperada collab de Versace y Fendi que es lo más 2000 de la moda.
Este resurgimiento plantea una gran pregunta: ¿cómo usamos esta tendencia para vernos realmente bien sin errar otra vez como en el pasado? No hay nada por lo que preocuparse porque el Y2K 2.0 solo trajo de vuelta lo mejor de los 2000. En definitiva, las tendencias Y2K son una forma tangible de expresar la diversión y la locura descontrolada época con el fin de evitar el tan resarcido “menos es más”. Y2K es el más es más por antonomasia.